Imagen tomada de http://bit.ly/eZtj3I
Silvia odiaba beber y odiaba ver a la gente bebiendo, recuerdos de su infancia y malas experiencias de su vida, la habían convertido en enemiga del licor y los borrachos, lo máximo que tomaba era una o dos cervezas, solo para no parecer amargada y para tener la aceptación del mundo que la rodeaba, ella nunca olvidaba que los peores momentos de su vida los había vivido por culpa del licor, no por el que ella se bebía, sino por el que se bebían a su alrededor.
Silvia siempre preocupada por el que dirán, había tratado de construir una imagen impecable a su alrededor, la diplomacia era un arte que había heredado, y que sabía emplear siempre que fuera necesario, sabía hacer lo propio en el momento preciso, hasta ese día había logrado que nadie notara su descontento frente a muchas cosas de la vida.
Silvia era demasiado perceptiva, cuando apenas había cumplido su mayoría de edad, la vida se le empezó a complicar y debió salir de la burbuja que tanto la guardaba, para empezar a vivir la vida real, busco varias batallas que no siempre le correspondían y decidió lucharlas con gallardía y tesón, teniendo claro que esa nueva vida tendría que costarle un largo sacrificio, sin importar lo que le tocara hacer asumió todos los riegos, se puso su armadura y pidió ayuda divina, le prometió a su dios que todo lo que ella hiciera siempre sería para los demás y que el pensar en ella sería un lujo que no se podría dar, una enorme protección fue su gran petición, pero a cambio debió dar algo muy valioso, ella cambió la felicidad de los suyos, por su propia vida, este pacto firmado con sangre solo terminaría el día que su misión también hubiese terminado.
10 años después de iniciar su misión, los frutos de ese gran esfuerzo empezaban a verse, durante ese tiempo Silvia dejó a un lado su pacto y decidió abrirle la puerta al amor, desde la adolescencia estaba convencida que eso no era para ella, e intentó varias veces querer, pero la vida se encargaba de darle golpes una y otra vez. pero ella era fuerte, siempre limpiaba sus heridas, secaba las lagrimas y sola seguía adelante, convencida de que el amor no era para ella.
Inesperadamente el amor tocó a su puerta y ella lo dejó entrar, desde aquel momento se olvidó del gran pacto, y vivió plenamente sin pensar que la felicidad no sería para ella, la vida le sonreía y ella lo disfrutaba, atravesaba un buen momento, pero justo cuando estaba a punto de ser completamente feliz, a Silvia la embargo el temor, el pánico se apoderó de ella, y el corazón le anunció que algo malo sucedería, ella sabía que el pacto no estaba olvidado y que la vida tendría que cobrarle tanta protección brindada, esa semana pisó suavemente, meditó cada paso que daba para no despertar la furia de su gran dios, días después una invitación la tentó, salir en medio de la noche era algo que no le gustaba, pero rápidamente aceptó, ver a sus amigas era algo que la animaba, impulsada por el tiempo que llevaba sin verlas y por el amor que les tenía, aquella noche por fin llegó, en medio de una gran fiesta Silvia probó una bebida maldita que la hizo sentir muy bien, un sabor dulce que superaba el más fino de los helados tocó sus labios para enamorarla, bailó como una bailarina en medio de un gran show, disfrutó de la vida como había olvidado hacerlo, y dejó todas las preocupaciones a un lado.